viernes, 5 de diciembre de 2008

Icnelia inaugura la escuela Virgen de Loreto en Nicaragua y lleva la imagen de la patrona de Santa Pola


Los niños de la escuela Virgen de Loreto dan las gracias a Santa Pola

La tercera expedición de la ONG Icnelia a Nicaragua tenía un aliciente especial para nosotros, un plus que iba a superar el buen sabor de boca que nos dejaron las dos anteriores. Para José Miguel Zaragoza y para mí, embajadores de Icnelia en esta ocasión, iba a suponer una expresión de santapolerismo. Éramos más que nunca orgullosos portadores de la solidaridad de nuestro pueblo con las gentes de Nicaragua.

La escuela Virgen de Loreto ha sido financiada con la aportación de muchos conciudadanos a través de la campaña “¿Te sobra un céntimo? A ellos les falta”, que desarrolló Icnelia el año pasado con su hucha gigante y las pequeñas distribuidas en los comercios. La respuesta de nuestra gente fue firme y decidida. En pocos meses se recaudaron los 800.000 céntimos de euro que costaba construir la escuela.

A través de nuestra contraparte en Nicaragua, el Proyecto de Educación del Vicariato de Bluefields del que formaba parte hasta hace no mucho el padre Miguel Ángel García, se eligió construir esta escuela en una de las comunidades más alejadas de la ciudad y de más difícil acceso, y por tanto de mayor necesidad de ayuda. Se llama El Jabillo.

Llegar hasta allí ya supone toda una aventura. Si medimos en línea recta la distancia entre Bluefields y la comunidad de El Jabillo, no habría más de 60 kilómetros. Sin embargo, no existen carreteras, ni siquiera caminos por los que pueda transitar un vehículo 4x4. De esa manera, calculamos que recorrimos más de 100 kilómetros durante cuatro días para llegar a nuestro destino. Fueron cuatro horas de navegación en panga por la bahía de Bluefields y remontando el río Torsuani. Ya pisando tierra nos esperaban catorce horas montados en las bestias a lo largo de cuatro etapas, haciendo escala en las comunidades de El Gorrión, El Progreso y Monte Creek.

Fue un camino no exento de complicaciones, aunque por suerte no tan enlodado como en años anteriores. En la expedición icneliana nos acompañó trabajando mano a mano nuestro inseparable Óscar Chavarría, uno de nuestros hombres en Nicaragua. Además, en cada etapa nos dejábamos llevar por los baquianos (guías) de cada comunidad, que conocen bien los senderos y hacen el recorrido casi siempre a pie. Están bien acostumbrados a esta dura vida de la selva.


El presidente de Icnelia y miembros de la comunidad junto a la virgen


El viaje de la virgencita

La última etapa hacia El Jabillo fue especialmente dura. Nos guiaban Juan y Javier, encargados asimismo de custodiar la imagen de la Virgen de Loreto que traíamos desde Santa Pola. La figura fue donada por María Asunción Ruiz y es obra de la artesana Úrsula Orts. Fue bendecida en Santa Pola el día de la patrona de 2007 y su destino era la escuela que lleva su nombre. Daremos pocos detalles sobre su periplo de 15.000 kilómetros, porque esto merece un capítulo aparte.

Fueron más de seis horas a lomos de bestia cruzando la selva. Especialmente complicada fue la ascensión de un cerro empinado y de duras rampas que, huérfano de nombre, nos atrevimos a bautizar como “Monte Santa Pola”, nombre que para orgullo nuestro ya utilizan los lugareños. Tampoco podré olvidar la nutritiva agua de esos cocos que encontramos a media hora de llegar, cuando nuestras reservas de comida y agua ya eran sólo un recuerdo.

Y antes de caer la tarde llegamos exhaustos por fin a nuestro destino. El refrescante meandro de un río nos abrió sus brazos para curarnos las heridas de lodo y recuperar nuestro pulso. Los vecinos de El Jabillo nos recibieron con una suculenta comida, cómo no, a base de gallopinto (el plato por excelencia compuesto por arroz y frijoles), tortillas de maíz y un agradable fresco de cereal.

Fue ahí cuando empezamos a conocer a nuestros amigos de la directiva de la comunidad y del patronato escolar. Los nombres de referencia son Mario Abarca y Juan Alberto Cabalset, delegados de la Iglesia, Donald Guzmán, el activo presidente del patronato, y José Andrés Méndez, el maestro. De las 48 familias que forman la comunidad -casi todas dedicadas a la agricultura de subsistencia-, sólo 20 niños han ido este curso a la escuela. Como nos cuenta Donald, nadie pensaba que serían capaces de conseguir la escuela nueva, para ellos ha sido un sueño hecho realidad, y están convencidos de que esto reactivará los ánimos de muchos padres que llevarán a sus hijos a estudiar el próximo año, a pesar de tener que caminar hasta una hora y media desde sus casas. Nos dimos cuenta enseguida de que el proyecto había salido adelante gracias a su interés por hacerlo posible, contra viento y marea, y esto nos convence más todavía de la elección realizada.

Oscar y José Miguel instalan el rótulo en la fachada de la escuela


Emotiva inauguración

La mañana del viernes 14 despertamos pronto para ingerir un desayuno que nos reservaba una agradable sorpresa para acompañar al gallopinto: ¡¡huevos fritos!! A las 8:00 estaba previsto el inicio de la inauguración de la escuela Virgen de Loreto. Lo primero fue instalar el rótulo que nos hizo Studio 17 para dejar constancia de la huella santapolera en el lugar. Ya dentro de la escuela, los niños y niñas nos recibieron cantando el himno nacional nicaragüense. La escuelita sigue el mismo patrón que la que construímos el año pasado en El Progreso, la “Mari Carmen”. Hecha con madera de nancitón, es una obra sólida y espaciosa, con buena iluminación natural y, por supuesto, vistas al bosque.

El curso escolar ya ha terminado, así que la “Virgen de Loreto” se estrenará en febrero de 2009. Quedan algunos detalles por acabar, como el corredor exterior y la pintura, pero ya está lista para ser usada. Además, pensamos incorporar algunas mejoras, como la canalización de agua potable hasta el centro.

Los niños se mostraban tímidos, desconfiados, como suele ser habitual en estos casos. Pero pronto nos los ganamos gracias a las chimbombas (globos) que la concejalía de Turismo de Santa Pola nos ofreció. ¡Nada como un globo para hacer un amigo! Así decoramos el interior de la escuelita y nos ganamos la confianza de sus aplicados alumnos, que nos regalaron algunos juegos en los que, claro, no nos quedó más remedio que participar y provocar sus risas. Uno de los momentos más emotivos fue cuando leímos la carta que el padre Miguel Ángel les envió con nosotros. Por allí le extrañan mucho. Su labor es muy reconocida.

Finalmente les hicimos entrega de la réplica de la Virgen de Loreto, que desembalamos cuidadosamente en la escuela ante la curiosidad de todos. La virgencita causó admiración a pequeños y mayores y podemos asegurar que será custiodiada con cariño por los habitantes de El Jabillo, que consideran un verdadero lujo ser portadores de una imagen mariana que velará por la salud y la educación de sus niños.


Con directivos de la comunidad y del patronato escolar
Con directivos de la comunidad y del patronato escolar

Dibujos para Santa Pola

Entregamos a todos los niños los dibujos que sus compañeros de todos los colegios santapoleros les habían dedicado a través del proyecto “Icnelia Conciencia” en el otoño de 2007. ¡Qué grata sorpresa para ellos saber que les conocían, que sabían de ellos, que no estaban olvidados en el ombligo de la selva! Así que les pedimos su contestación en forma de dibujo y saludo, que entregaremos a los niños de Santa Pola.

Y no podíamos acabar sin la última sesión de fotos. Todos y cada uno de los alumnos de la escuela “Virgen de Loreto”, con nombres y apellidos, fueron posando ante nuestro objetivo para ser presentados en sociedad ante todos los santapoleros en un acto que Icnelia está preparando para dar a conocer la experiencia de este singular viaje.

Todos juntos, acompañados de los directivos de la comunidad, compartimos esa foto de familia que hoy adorna la portada del Escenas y que recordaremos por siempre como un momento inolvidable en nuestras vidas. En las manos de los niños, quince letras que muestran el sentimiento de las gentes de El Jabillo ante unas personas a las que no conocen, pero que ya forman parte de su corazón: “Gracias, Santa Pola”.

Como era inevitable, nos entretuvimos más de lo previsto. Eran las 11:30 y nos esperaban más de siete horas de cabalgada para regresar a El Gorrión, con la seguridad de que se nos haría de noche en la selva para llegar a nuestro destino. Pero eso es otra historia.

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