La Sanidad es otro de los aspectos sociales muy poco desarrollados en Nicaragua. Un reciente reportaje del Diario La Prensa, el más leído en el país, asegura que “A inicios de 1990, después de 11 años de gobierno sandinista, la población total del país se contabilizó en 3 millones 870 mil 821 nicaragüenses. En ese momento de acuerdo con datos publicados en el Anuario Estadístico del Ministerio de Salud (Minsa), con fecha de junio de 1993, existían en el país un total de 2,095 médicos, 1,033 unidades de salud sobresaliendo 32 hospitales que, entre todos, sumaban 4,720 camas disponibles.
Dieciséis años después, de acuerdo con el VIII Censo de Población y IV de Vivienda 2005 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la población se fijó en 5 millones 142 mil 098 nicaragüenses. Sin embargo, el número de hospitales se mantuvo intacto, mientras las camas disponibles pasaron a 4,450 y los médicos sólo aumentaron en 375 al contabilizarse 2,470 para el 2002. La cifra total de médicos era casi la misma para finales del año 2006”.
Agrega que “ahora las personas no encuentran respuesta en las unidades hospitalarias por, entre otras cosas, falta de medicinas y desdén en la atención. Esto hace que las personas busquen la medicina privada y paguen por año, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 50 dólares al año. Y el Minsa, quien debería garantizar la atención, sólo invierte unos 20 dólares”.
El problema se agrava más en las comunidades, absolutamente alejadas de los centros hospitalarios, que en pocos casos cuentan con ambulatorios –salvo las más grandes- y donde, siguiendo la línea de todo el país, hay pocos medicamentos y su precio es desorbitado para el nivel adquisitivo de las familias.
Ante esta situación, nuestro objetivo prioritario es la creación de dispensarios de medicamentos básicos y de urgencia en las comunidades, así como ofrecer una mínima formación comunitaria y, en especial, a las personas que se harán cargo del dispensario.